OpenAI, a un paso de convertirse en una organización con fines de lucro

OpenAI, a un paso de convertirse en una organización con fines de lucro

¿Crónica de un acuerdo anunciado? OpenAI y Microsoft, su principal accionario, han firmado «un memorando de entendimiento (MOU) no vinculante para la siguiente fase de nuestra colaboración». Lo que, traducido al cristiano, significa que ambas empresas están allanando el camino legal para que la tecnológica liderada por Sam Altman pueda cambiar sus estatutos y convertir su rama sin fines de lucro en una Corporación de Beneficio Público (PBC).

Este cambio, aunque suena técnico y burocrático, podría marcar un antes y un después en el rumbo de una de las compañías más influyentes del mundo tech. Porque, aunque OpenAI sigue siendo (y seguirá siendo, según ellos) una organización sin ánimo de lucro, está sentando las bases para tener un rol activo en su propia rentabilidad, a través del control y la participación en una futura PBC valorada en más de 100.000 millones de dólares.

La letra pequeña del cambio

Vamos por partes. Hasta ahora, OpenAI ha funcionado bajo una estructura bastante peculiar: una fundación sin fines de lucro que controla una filial con fines de lucro limitada en su capacidad de generar ganancias. Esta estructura fue pensada para proteger su misión original, que es desarrollar inteligencia artificial general (AGI) que beneficie a toda la humanidad, sin caer en la trampa de los intereses puramente comerciales.

El nuevo plan propone transformar esa filial en una PBC, una figura jurídica que combina los intereses de los accionistas con un propósito social explícito. Es decir, sí, buscan ingresos (y muchos), pero sin olvidar la misión de fondo. Este modelo ya lo han adoptado otros gigantes de la IA como Anthropic o xAI, y compañías con propósito como Patagonia.

En el modelo propuesto, la organización sin fines de lucro seguirá al mando, teniendo el control operativo y una participación accionaria en la nueva PBC, lo que le permitirá captar capital a gran escala para seguir impulsando su impacto social. De hecho, con esta jugada, se convertiría en una de las entidades filantrópicas más capitalizadas del mundo. Una especie de híbrido entre fundación y startup, pero con esteroides.

Como explica Bret Taylor, presidente de la junta directiva de OpenAI, «Esta nueva participación accionaria superará los 100 000 millones de dólares, convirtiéndola en una de las organizaciones filantrópicas con mayor capital del mundo. Esta recapitalización también nos permitirá recaudar el capital necesario para cumplir nuestra misión y garantizar que, a medida que el PBC de OpenAI crezca, también lo hagan los recursos de la organización, lo que nos permitirá alcanzar niveles históricos de impacto comunitario».

El «altruismo» también necesita dinero

OpenAI no es una empresa normal. Nunca lo fue. Desde sus orígenes, ha tenido una misión ambiciosa y un enfoque ético poco común. Pero también ha aprendido que para escalar su tecnología necesita algo más que buenas intenciones: necesita dinero. Mucho dinero.

En palabras del propio Sam Altman: «Queremos operar y obtener recursos de tal manera que nuestros servicios estén ampliamente disponibles para toda la humanidad, lo que actualmente requiere cientos de miles de millones de dólares y podría llegar a requerir billones». Esto lo escribió el directivo en una carta abierta a sus empleados el pasado mayo, donde explicaba sus planes de evolución de la estructura de OpenAI.

Esa necesidad de capital choca de frente con las limitaciones de una estructura sin fines de lucro. De ahí la transición. Al convertirse en una PBC, podrán atraer nuevas inversiones y, quién sabe, tal vez incluso salir a bolsa en algún momento. Pero, según quieren dejar en claro desde la compañía, el objetivo final sigue y seguirá siendo el mismo: la organización sin ánimo de lucro seguiría siendo el timón del barco.

OpenAI quiere salir del ala de Microsoft

El acuerdo con Microsoft no es nuevo, pero este MOU sí marca una nueva etapa. La tecnológica ha sido su mayor inversor desde 2019, tiene acceso preferente a sus tecnologías y es su proveedor principal de servicios en la nube. Sin embargo, el crecimiento exponencial de OpenAI ha desatado tensiones, sobre todo respecto a la propiedad intelectual y la autonomía tecnológica.

En los últimos meses, OpenAI ha buscado diversificar su ecosistema de aliados. Ayer anunciamos su contrato multimillonario con Oracle para 2027 y hace unas semanas hablamos de su alianza con SoftBank para poner en marcha el ambicioso proyecto Stargate. Todo apunta a que la compañía quiere dejar de depender tanto de Microsoft, justo cuando redefine su estructura legal.

Falta el visto bueno de la ley

La transición aún necesita el visto bueno de los reguladores estatales de California y Delaware. Las fiscalías generales de ambos estados ya están involucradas en el proceso, y tanto OpenAI como Microsoft han dejado claro que seguirán trabajando estrechamente con ellos para cerrar un acuerdo definitivo.

Mientras tanto, OpenAI ya ha empezado a mover ficha en su faceta más altruista: ha lanzado una convocatoria de 50 millones de dólares en subvenciones para impulsar iniciativas de alfabetización en IA, innovación comunitaria y generación de oportunidades económicas. Una especie de declaración de intenciones para calmar a quienes ven con recelo esta evolución estructural.

Críticas, demandas y teorías conspirativas

No todo el mundo está aplaudiendo el giro de OpenAI. Organizaciones como Encode y The Midas Project han cuestionado abiertamente el cambio, acusando a la compañía de traicionar su misión fundacional. Y, cómo no, Elon Musk —cofundador de OpenAI y actual demandante— no ha perdido la oportunidad de meter el dedo en la llaga, alegando que la organización ha perdido su alma sin ánimo de lucro. Incluso lanzó una oferta de compra por 97.000 millones de dólares, rechazada de inmediato por la junta.

Algunos interpretan esta ofensiva como parte de una guerra más amplia entre gigantes tecnológicos que quieren marcar la agenda de la IA. OpenAI, por su parte, ha contraatacado con citaciones judiciales, alegando que ciertos grupos críticos están financiados por rivales como Musk o Zuckerberg.

Foto: Depositphotos

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