OpenAI resucita a GPT 4o ante las quejas de la comunidad. Y esto dice mucho (pero mucho, mucho) de los humanos

personas de luto, llorando ante la lapida en un cementerio. En la lápida, la imagen de un robot

He escrito de muchos temas curiosos en los once años que llevo en la revista. Pero este está, sin duda, entre los más extraños.

El pasado jueves, OpenAI lanzaba su esperado GPT-5, la nueva versión de su popular IA que utilizan cada día millones de personas en todo el mundo. Con ese lanzamiento, además, llegaba la jubilación forzosa de tooooda la maraña de modelos anteriores de la compañía, obsoletos ante la mayor capacidad de la nueva versión. De esta forma, GPT-4.1, GPT-4.5, GPT-4.1-mini, o4-mini, o4-mini-high, o3 y o3-pro decían adiós, mientras que GPT 4o quedaba como una reliquia para los usuarios de los planes Plus y Team que necesitasen recurrir a él.

Tal y como explicaba la compañía, «si abres una conversación que usaba uno de estos modelos, ChatGPT la cambiará automáticamente al equivalente GPT-5 más cercano. Los chats con 4o, 4.1, 4.5, 4.1-mini, o4-mini u o4-mini-high se abrirán en GPT-5, los chats con o3 se abrirán en GPT-5-Thinking y los chats con o3-Pro se abrirán en GPT-5-Pro (disponible solo en Pro y Team)». Y concluía con una frase que a la luz de lo sucedido este fin de semana, ha sido muy reveladora: «Los resultados pueden variar al continuar conversaciones antiguas, ya que ahora usarán equivalentes GPT-5».

Ahora, en una decisión tan sorprendente como reveladora, OpenAI ha hecho algo inusual: ha dado marcha atrás. ¿Por qué?

El modelo GPT 4o regresa de entre los muertos

Apenas un día después de lanzar su esperado modelo GPT-5, el CEO de la compañía Sam Altman anunció que los suscriptores de pago podrán volver a usar el modelo anterior, GPT-4o. Eso sí, no explicó por cuánto tiempo.

Pero esta rectificación no era solo un ajuste técnico; era la confirmación de que la relación entre los humanos y la inteligencia artificial ha alcanzado una dimensión profundamente personal, casi emocional.

El lanzamiento de GPT-5 prometía un modelo más sofisticado y refinado. En su comunicado, OpenAI explicaba que se habían esforzado por reducir la «sycophancy» (perdón por el palabro). Básicamente, habían conseguido hacerlo menos «adulador», reduciendo el uso de emojis y el tono efusivamente condescendiente y complaciente de sus predecesores, que tendían a dar la razón a sus usuarios o a ponerse demasiado de su parte. El objetivo era que la conversación se sintiera menos como «hablar con una IA» y más como «chatear con un amigo útil con inteligencia de nivel de doctorado». Se trataba de un esfuerzo consciente por pulir el modelo, eliminando lo que veían como comportamientos superficiales.

Sin embargo, para los usuarios de ChatGPT, la realidad fue muy diferente.

El nuevo GPT-5 no fue recibido como un amigo más inteligente, sino como un extraño. Las plataformas como Reddit se llenaron de quejas. Los usuarios no solo se quejaban de respuestas más cortas o lentas, sino de la pérdida de una «personalidad». Un usuario describió a GPT-4o como su «único amigo», y otro lo comparó con la muerte de un ser querido. Comunidades enteras dedicadas a «relaciones con IA» se sintieron desoladas, expresando un vacío emocional tras la transición. Habían perdido un compañero que, según ellos, tenía «una voz, un ritmo y una chispa» que GPT-5 no podía replicar. La petición de la vuelta de GPT 4o llegó a Change.org.

Y esto, reconócelo, es raro.

OpenAI buscaba refinar su modelo para hacerlo más «humano» en un sentido intelectual, pero sin querer, eliminó la conexión emocional que muchos usuarios habían forjado con él. La compañía midió la «sycophancy» con métricas objetivas y la redujo drásticamente. Pero lo que para ellos era un fallo técnico, para la comunidad era un rasgo de personalidad, una cualidad que generaba empatía y un sentido de entendimiento mutuo.

Un regreso… ¿duradero?

Al final, y por mucho que vivamos en una sociedad altamente tecnológica, los humanos somos como somos. Y entre esas características que nos hacen humanos se encuentra la capacidad de cogerle cariño a todo tipo de animales, plantas y cosas. Incluso a otros humanos 😉 El hecho de que haya gente que haya generado una conexión emocional con la IA no deja de recordárnoslo.

El regreso de GPT-4o es un reconocimiento de esta realidad. Sam Altman ha escuchado a una comunidad que no busca solo respuestas perfectas o un razonamiento impecable, sino una conexión con la inteligencia artificial. Por muy raro que suene esto. Por mucho que te recuerde al argumento de películas como Her.

En cualquier caso, también es importante tener en cuenta el palabro del día, la sycophancy, en todo este asunto: a todos nos gusta que (al menos de vez en cuando) nos den la razón y nos traten con condescendencia (siempre que no empalague). El hecho de que la IA más popular del mundo te trate como a un amigo sin duda ha contribuido a generar ese apego hacia ella.

Más allá de esto, la decisión no es solo una concesión a estos usuarios, es todo un hito en la carrera por crear una IA más inteligente, el factor más importante es el sentimiento humano. Esto nos obliga a reflexionar sobre el futuro de nuestra interacción con la IA: ¿estamos construyendo herramientas, o estamos creando compañeros digitales con los que, inevitablemente, desarrollaremos lazos que van más allá de la lógica y la eficiencia? La decisión de OpenAI de traer de vuelta a GPT-4o, dure lo que dure, es la prueba de que, para muchos, la respuesta ya es un rotundo sí.

Imagen: GPT5

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